Las personas sin hogar ante el coronavirus:"Es un palo hacer lo posible por aislarte sin tener un techo y ver a gente con casa que no toma medidas"

Una persona sin hogar, en Madrid, en el tercer día del estado de alarma por el coronavirus.
Una persona sin hogar, en Madrid, en el tercer día del estado de alarma por el coronavirus.
Jorge París
Una persona sin hogar, en Madrid, en el tercer día del estado de alarma por el coronavirus.

"Hola, soy un sin techo en Madrid. Durante las últimas tres semanas, aunque he intentado aislarme lo más posible de la gente, he estado muy expuesto al coronavirus. No es que tenga ningún síntoma. No es que necesite atención médica. Simplemente hay cosas que no entiendo". 

Con este mensaje inauguró el viernes Enrique su cuenta de Twitter. Un perfil que puso en marcha tras enterarse de que se iba a decretar el estado de alarma en el país para intentar contener la pandemia del Covid-19. Etiquetas como #YoMeQuedoEnCasa y #QuédateEnCasa corrían ya como la pólvora por las redes sociales. ¿Pero y él? ¿Y el resto de las personas sin hogar? ¿Nadie se había preocupado de cómo cumpliría el confinamiento domiciliario quien no tiene domicilio?

Con una crisis sanitaria sin precedentes entre manos, las autoridades no parecían percatarse en esos primeros momentos de que el sinhogarismo afecta en España a unas 31.000 personas, muchas de ellas con patologías previas, agravadas por las condiciones en las que viven. Personas sin recursos para mantener las recomendaciones de higiene y distanciamiento social y que han visto además cómo el confinamiento ha provocado el cierre de centros de día y comedores sociales. En definitiva, población de alto riesgo.

"Abrí la cuenta porque vi que nuestra situación se podía volver muy inestable y quería poner mi granito de arena para visibilizarla, ayudar y concienciar e ir viendo si se llevaban a cabo soluciones. Me di cuenta de que una persona con coronavirus abandonada a su suerte podía conllevar trágicas consecuencias", explica a este diario alguien que, después de quince años en la calle, entiende muy bien la magnitud del problema.

Alguien que administra el dinero que recoge de forma que le permita tener cubiertas unas necesidades básicas, que asegura que no van mucho más allá de comida para él y sus dos perros y una recarga de diez euros mensuales para datos. Esto último le posibilita estar informado y es así como ha permanecido al tanto de lo que ocurría. Pero no todos sus compañeros tiene el mismo acceso a la información: “Aunque en la calle se hablan cosas, la desinformación es tan alta que les ha generado mucho estrés. Han sentido pánico. De la noche a la mañana vieron la ciudad vacía y se sintieron desorientados. Aún más cuando empezaron a tener hambre, fueron al comedor y no había un bocata”.

Cerraron hasta los baños públicos. Deduzco que no tendrán personal suficiente para cubrir el mantenimiento y tenerlos lo más higiénicos posibles las veinticuatro horas. Pero así no podemos ser cívicos”, continúa, antes de apuntar que también supuso un perjuicio el cierre de parques y jardines decretado por el Ayuntamiento por las aglomeraciones que, pese a todos los avisos, se estaban registrando en zonas públicas. 

Esos rincones a los él que acudía para intentar protegerse mejor de un posible contagio quedaban clausurados ante ciertas muestras de falta de civismo que todavía perduran. A tres días de haber entrado en vigor las restricciones de movimientos, solo en Madrid la Policía ha impuesto más de 300 multas por incumplimientos. "Es un palo hacer lo posible por aislarte del coronavirus sin tener un techo y ver a gente con casa que no toma medidas”, lamenta Enrique.

Cooperación de las Fuerzas Armadas

Las reclamaciones de este hombre y las presiones de organizaciones que trabajan con personas sin hogar llevaron finalmente a las administraciones a tomar medidas y además de las instalaciones que varios ayuntamientos están preparando para dar cobijo a este colectivo, el Gobierno central va a reforzar los Servicios Sociales y recurrirá para ello a las Fuerzas Armadas.

En la calle la desinformación es tan alta que esta situación ha generado mucho estrés. Se ha sentido pánico

Se crearán unidades que entregarán diariamente kits de higiene, alimentación y bebidas, donde se explicarán las pautas de prevención. Se habilitarán comedores sociales para dar comida para llevar con el objetivo de evitar aglomeraciones y se reforzarán los centros para ellos con sanitarios. También se prevé habilitar espacios amplios para alimentar, alojar, garantizar la higiene y ofrecer una atención con profesionales con el fin de minimizar el riesgo de contagio.

“Creemos que en la situación en la que estamos son medidas adecuadas, que pedimos que se apliquen con rapidez”, afirma José Manuel Caballol, director general de Hogar Sí, y remarca que lo más urgente es el envío de personal médico a los albergues para detectar posibles infectados y poder reaccionar. En paralelo apremia a las ciudades a habilitar esas instalaciones en las que sea posible mantener una higiene y un aislamiento social: “Además de comer, estas personas tienen que estar en un lugar seguro”.

La ONG considera especialmente necesario que esos lugares atiendan a las recomendaciones respecto a la disposición de suficiente espacio, algo que preocupa igualmente a la Asociación Bokatas. “Pedimos que los recursos tengan unas medidas respetuosas y que garanticen la protección de las personas. Nos da un poco de miedo ver pabellones masificados en los que contagio sea muy sensible”, advierte su presidenta, Esperanza Vera, quien aguarda a ver cómo se gestiona por ejemplo el recurso habilitado en la Feria de Madrid, donde el Consistorio ha ubicado 150 camas y espera llegar a las 600.

Tanto Hogar Sí como Bokatas se han ofrecido a mediar y poner su conocimiento para que las iniciativas se ajusten lo máximo posible a las circunstancias de sus destinatarios. Ahí también puede ayudar Enrique, que indica que no va a criticar nunca todo lo que suponga una solución pero sí considera útil aportar para mejorarla. 

​"Una situación de privilegio"

“Se podrían poner unas mamparas entre las camas o sustituirlas por tiendas de campaña, que pueden aislar de posibles toses”, sugiere y dice estar haciéndolo desde “una situación de privilegio”, la que le da haber sido acogido durante tres días por alguien que ha querido ayudarle al conocer su historia a través de Twitter: “Es una persona maravillosa que me ha cedido una habitación, un baño y la propia cocina de su casa”.

Desde la seguridad de esas cuatro paredes, Enrique busca ya una salida para el jueves, que tiene claro que debe pasar por no dejar atrás a sus dos mascotas. “Hay un problema cuando acumulas a gente de la que no tienes historial clínico y es que hay riesgo de alergias. Además hay gente a la que le dan miedo los animales”, responde cuando se le pregunta si podrían ir a Ifema. 

Sí se muestra esperanzado en el mensaje lanzado por la Dirección General de Derechos de los Animales, que ha avanzado que “se está trabajando en protocolos para que los que acompañan a las personas sin hogar tengan también cobertura en el marco de las iniciativas de urgencia de Servicios Sociales”.

Vaya a donde vaya será por tanto con quienes considera su familia y desde donde esté seguirá tuiteando para intentar que nadie mire hacia otro lado.

Redactora '20minutos'

Licenciada en Periodismo por la Universidad Europea de Madrid, estudié después el Máster de Periodismo de El País. En 20minutos desde marzo de 2013, donde desde 2023 realizo labores de coordinadora de la web y portadista. Apasionada de los temas sociales (relacionados con educación, sanidad, inmigración o igualdad) y de denuncia, en 2022 recibí el Premio de Periodismo de la Fundación Grünenthal, en la categoría de Abordaje del dolor infantil.

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